martes, 11 de octubre de 2011

Cosa de machos




Olor a pasto recién cortado
Facundo R. Soto 
Edición del autor
2011




EL FUTBOL Y LOS PIBES

En contra del usual estereotipo de la literatura de temática gay, Olor a pasto recién cortado, primer libro de Facundo R. Soto, presenta un universo donde la masculinidad de los personajes prevalece por sobre todas las cosas. La acción transcurre mayormente en la cancha de fútbol y sus alrededores y los protagonistas son todos jugadores, ingeniosamente identificados cada uno por su número de posición.
La homosexualidad o, mejor dicho, la condición gay es aquello que está permanentemente problematizado. Esto puede verse claramente en el caso de “9” y su discurso, que insiste a lo largo de toda la nouvelle: “Lo a que a mí me importa es jugar a la pelota, Facu. Estar con ustedes. (…) Yo no me siento gay, Facu. Para mí estar con otro pibe es cosa de hombres, cosa de machos, como comer una pera, cortarme el pelo, lavarme los dientes o ir a bailar”. El dilema personal de este personaje está tensado de manera cultural, en tanto se rehúsa a adscribir a una forma de vida gay, marcando siempre su diferencia: “Igual, Facu, vos sabés… ¡Tampoco me engancharía!, para mí los chabones son pa´coger. Me encanta penetrarlos de dorapa, y después tasa tasa…”. De esta manera, “9” se construye a sí mismo como un pibe de barrio cualquiera, chonguito genérico, opuesto exacto del maricón, solamente que en vez de coger con minitas, coge con los pibes.
No obstante, el deseo lo devuelve siempre a su condición homosexual. Al momento de evocar sus días felices, “9” insiste en la importancia que tienen los varones para él: “Me gustan los guachines, los pibes como yo. Quiero volver a fumarme un porro en las vías y hacerle un pete al chaboncito que barre las calles”. De esta manera, encuentra otra forma de vida acorde a su subjetividad: “A mí me gusta el fútbol, bailar murga, cogerme pibitos como yo, de mi edad, nada más. ¿Pido mucho, Facu?”.

GHETTO

A pesar de proponer un universo donde lo gay queda en suspenso, la profusión homosexual tiene largo alcance en Olor a pasto recién cortado. Se trata, después de todo, de un equipo de fútbol gay en el que, a excepción de “9”, la mariconería está asumida. Es el caso de “7”, cuyo discurso resulta elocuente: “No creo en Dios, pero si existiera, estaría agradecido de ser gay. Me gusta tanto, tanto la pija (…), me encantan las pijas, todas, esa es la verdad. Si pudiera, chuparía todas las porongas del mundo”.
Pero la cosa no se queda ahí, incluso otros personajes por fuera del equipo son homosexuales, como por ejemplo la mamá de “9”, que “vivía en pareja con la encargada de un edificio en la capital”. El mismo “9”, que se siente ambivalente ante su deseo, se mueve casi exclusivamente dentro del circuito gay, ya sea en el sauna, las teteras, etc. Su forma de sociabilidad también se circunscribe al ambiente, en la medida en que su madre es lesbiana, sus compañeros de equipo son homosexuales e incluso su profesor de murga es gay.

EL FANTASMA DEL PADRE

Hay un tercer nodo que tensiona la trama de la nouvelle de Facundo R. Soto y es el padre del narrador. A lo largo de todo Olor a pasto recién cortado puede leerse un viejo resentimiento entre padre e hijo, nada resuelto y con serias dificultades para llegar a buen puerto.
El origen del conflicto puede pensarse a partir de la diferencia sexual que existe entre los dos personajes, algo que se deja leer ya en el primer capítulo del libro: “[mi viejo] había cambiado tanto en estos últimos años que me sorprendía verlo ahí. Ya casi no quedaba nada del tipo prejuicioso, machista y tanguero que había sido”. Si bien parece haber ocurrido un cambio para bien, aún quedan vestigios de un viejo malentendido. Esto pasa a ser explorado con mayor profundidad cuando el padre entabla una relación de cercanía con “9”, momento en que el narrador revive un antiguo rencor: “La mayoría de las veces que llevaba amigos a mi casa, mi papá se ponía a hablar con ellos de esas cosas que yo no entendía, y me quedaba afuera”.
El fútbol se presenta como la oportunidad perfecta para volver a unir al padre con el hijo, en una suerte de resurrección de la típica escena infantil en la que el papá va a ver jugar al pibe a la cancha. Sin embargo, esto trae de vuelta también la decepción que produce la ausencia de aquel que tanto se desea que esté ahí. Es así como, entre tantas idas y vueltas, el lazo finalmente se termina de romper: “Cuando entré el teléfono dejó de sonar. Supuse que era mi papá, que llamaba para disculparse porque otra vez no pudo ir a verme. Ya no me importaba, pero igual, por alguna razón, seguía invitándolo”. A pesar del intento de las dos partes por enmendar la relación, la causa parece estar perdida para siempre.

domingo, 9 de octubre de 2011

Figuraciones de lo gay







Mapa Callejero
José Quiroga 
(selección y prólogo)
Eterna Cadencia
2010









¿QUÉ ES GAY?

El problema de compilar una antología es establecer un criterio. Mapa callejero. Crónicas de lo gay desde América Latina se propone desde el título como una selección de crónicas latinoamericanas que tienen que ver con la figuración de lo gay. Sin embargo, las dos categorías (la crónica y lo gay) están puestas en cuestión a lo largo de todo el libro.
Por un lado, en Mapa callejero lo gay se aplica indistintamente al hermafroditismo, a los pederastas y a las locas; por el otro, las lesbianas brillan por su ausencia. Si el armado de todo corpus implica el planteo de una hipótesis, se puede pensar que Mapa callejero plantea un uso del término gay relacionado mayormente con la homosexualidad (en su sentido más amplio, que incluiría tanto al cross-dresser como a la pasiva más escandalosa) masculina (o por lo menos identificación masculina, en el caso de los intersex y hermafroditas).
Por otra parte, el género crónica también está puesto en discusión. Si bien gran parte de los relatos que componen el libro obedecen a las pautas de este género, hay muchos otros que son recortes o fragmentos de novelas, cartas, informes, etc. No obstante, la crónica está estrechamente ligada con el tiempo y Mapa callejero funciona, efectivamente, como un corte diacrónico de la figuración de lo gay; desde el cruento siglo XIX y el uso feroz de la biopolítica, hasta el panorama desolado de la Nueva York post 9-11.

BIOPOLÍTICA

La primera parte de Mapa callejero otorga la voz a la norma heterosexual para juzgar, desde lo que Foucault luego llamaría biopolítica (la política de la vida, para simplificar el alcance del término), a la forma de vida homosexual. Por un lado, está “Más-a-fuera”, la crónica que Sarmiento dedica a mediados del siglo XIX, dentro de una carta a Demetrio Peña, a la descripción de una sociedad insular (como la de Lost) compuesta íntegramente por hombres. Si bien no hay un hincapié en la naturaleza del lazo que une a estos sujetos, Sarmiento no duda en afirmar que “viven felices para su condición”. No obstante, no deja de tratarse de una “incompleta sociedad”, en la medida en que no tiene ni “gobierno ni mujeres”.
Por otro lado, el discurso de la biopolítica produce una serie de crónicas donde, en nombre de la ciencia y la medicina, se avanza sobre el cuerpo anómalo, produciendo una violación del mismo; y es que, como afirma Luis Montané en su crónica, “[l]a ciencia no tiene, no puede, no debe tener pudor”. Esto puede leerse en “Historia natural. Descripción de un hermafrodita”, de Tomás Romay: “Bajo el pene clítoris se percibe el efínter uréter por donde orina, y el orificio de la vagina, tan estrecho que intentando el Dr. Cózar introducirle el dedo índice, no pudo conseguirlo; y el hermafrodita se quejó como que sentía dolor” (el subrayado es mío).
Pero la biopolítica no sólo avanza sobre el cuerpo, sino también sobre la psiquis del sujeto. Francisco de Veyga, en “La inversión sexual adquirida”, se ocupa del fenómeno homosexual como una desviación (en su sentido literal, puesto que para desviarse hay que haber caminado derecho): “Ahora vamos a ocuparnos de algunos sujetos en quienes la inversión sexual no se ha manifestado como obra espontánea de una tendencia congénita anómala, sino como el resultado de una contaminación o del desgaste mental”. El concepto de homosexualidad ligado a las enfermedades (un discurso que prevaleció hasta hace no tanto tiempo) reaparece en “Una piedra en el camino”, el relato de Carlos Montenegro, en el que el protagonista rehúye de sus compañeros de celda: “a él se le hacía como si todos estuvieran leprosos y lo fueran a contaminar”.
Finalmente, la voz es devuelta a los juzgados en las crónicas de Mauro Cabral y Néstor Perlongher. En “Diferencias ambiguas”, Mauro Cabral se alza en nombre de los intersex, tirando abajo el sistema clasificatorio del discurso médico y la biopolítica en un gesto sumamente deleuziano: “las personas intersex somos quienes, habiendo nacido con un cuerpo sexuado que varía tanto del promedio masculino como del promedio femenino, hemos experimentado las distintas consecuencias que depara esa variación en esta cultura: el estigma de la ambigüedad”. Por último, El texto de Perlongher (un fragmento de su ya clásico La prostitución masculina) analiza la convivencia (el cómo vivir juntos) de la sociedad brasileña en relación a los taxi boys, las travestis y los gays en general, presionados constantemente por la fuerza de la ley en el contexto de una revuelta heredera de Stonewall.

SENSIBILIDAD

Mapa callejero da cuenta también de la formación de lo que podía llamarse una sensibilidad gay. Por un lado, están las crónicas todavía escritas en tercera persona, en las que los cronistas quedan obnubilados ante figuras como las de Oscar Wilde o Federico García Lorca, y por el otro, están los relatos ya en primera persona que versan sobre aquello que hace a la sensibilidad gay a los ojos de todo el mundo.
La crónica de José Martí sobre Oscar Wilde proviene de sus famosas Escenas norteamericanas, en las que retrata para Latinoamérica el mundo de Estados Unidos a fines del siglo XIX. Martí queda instantáneamente preso del encanto de Wilde, su amor por el arte y su cinismo: “Es un cismático del arte, que acusa al arte inglés de haber sido cismático en la iglesia del arte hermoso universal. Es un elegante apóstol, lleno de fe en su propaganda y de desdén por los que la censuran, que recorre en estos instantes los Estados Unidos, diciendo en blandas y discretas voces cómo le parecen abominables los pueblos que, por el culto al bienestar material, olvidan el bienestar del alma (…) Embellecer la vida es darle objeto”. En “Encuentro con Federico García Loca en Buenos Aires”, Salvador Novo relata su encuentro con el escritor español, en el que entabla una relación de complicidad: “Federico entraba y salía, me miraba de reojo, contaba anécdotas, y poco a poco sentí que hablaba directamente para mí; que todos aquellos ilustres admiradores suyos le embromaban tanto como me cohibían y que yo debía aguardar hasta que se marchasen para que él y yo nos diéramos un verdadero abrazo”. Tanto Novo como Martí se encuentran ante figuras que desean en algún punto capturar, pero es sólo Novo quien logra establecer un vínculo que trasciende la admiración distanciada, en la medida en que entiende el carácter político y militante (respecto de lo gay) de uno de los poemas más importantes de Lorca, la “Oda a Walt Whitman, viril, valiente, preciosa”.
En “Los que callan”, José Enrique Rodó hace una observación similar a la de Martí respecto de Oscar Wilde: “Una de las impresiones más altas de respeto que yo haya experimentado en el mundo es la que produce cierto linaje de espíritus –seguramente, muy raros- (…) que unen al sentimiento infalible, perfecto, aristocrático, de la belleza, en las cosas del Arte, el absoluto desinterés con que profesan calladamente su culto”. El homosexual queda representado como aquel poseedor del gusto, del don y la inclinación por el arte y la belleza. Este perfil aparece también en “El arte sutil del maquillage”, en donde Enrique Gómez Carrillo lleva al extremo este amaneramiento en un personaje cuyo papel es el de “doctor en sutilezas femeninas”, como el maquillaje, el peinado, etc.

DESTERRITORIALIZACIONES

Mapa callejero presenta también una topografía del espacio gay, puesto que la crónica (el género privilegiado por la antología) está estrechamente ligada con lo espacial y, más específicamente, lo urbano. Esto se debe a que el nacimiento de la crónica como género periodístico está ligado al surgimiento de las ciudades durante la primera parte del capitalismo, y funcionó como registro de su crecimiento. Claro que no existe de por sí un espacio gay, lo que se produce más bien es una desterritorialización de distintas zonas de la ciudad y una posterior reterritorialización en clave homosexual de esos lugares (es decir, un devenir gay de la ciudad).
Debido al carácter clandestino que caracterizó a la homosexualidad durante tanto tiempo, no resulta sorpresivo que en lo que respecta al área pública haya una figuración secreta. Abelardo Arias, en “Mar del Plata o el amor”, da cuenta de este carácter arcano del amor gay: “Nos hemos sentado atrás en el colectivo, para que nadie nos vea tomados de la mano”. Sin embargo, por el otro lado hay un uso predilecto de una zona del espacio público en especial: la “tetera”. Esto puede leerse en el fragmento incluido de Un año sin amor de Pablo Pérez: “Me bajé de Constitución y me tenté de ir a los baños (…) En los mingitorios había más de diez tipos pajeándose, uno de ellos muy feo, pero con una pija proverbial que me excitó”. Otros tentados por la tetera son Alone, que escribe en su Diario íntimo: “Baño turco, mi vicio”, y Salvador Novo, que en “Motivos del baño” le hace un elogio: “no es sólo higiene, sino placer de la mirada y del músculo, exhibición”.

También la luz es un abismo





















Por Martín Villagarcía y Sol Echevarría

Los insolados de Hernán Morán es una obra acechada constantemente por el fantasma de Horacio Quiroga. Los cuentos del escritor uruguayo se evocan uno atrás del otro en la trama (“La gallina degollada”, “El almohadón de plumas”, principalmente, pero también “La insolación”, etc.), sin llegar nunca a ser relatados del todo. Funcionan más bien como inspiradores de una historia mayor, musas que susurran la inminente muerte de Alicia y sus secuelas en la vida familiar.
El punto de partida de la obra es la llegada del matrimonio conformado por Berta, prima de Alicia, y Mazzini al monte donde Jordán mantiene recluida a su mujer enferma, junto a su hermano menor y a los criados. La llegada de los forasteros provenientes de la ciudad instala la dicotomía que dicta los conflictos de la obra. El campo es el escenario del calor, de la enfermedad, la superstición, el salvajismo y la perversión, mientras que la ciudad (ya demasiado lejos del horizonte de los habitantes de la casa en la que transcurre la obra) es el espacio del confort, la salud, la ciencia, los buenos modales y la ética. Este fenómeno está reforzado por la instancia temporal en que se instala la obra, que es en la línea borrosa que divide el siglo XIX del XX, donde la modernidad y la vida casi colonial todavía conviven. Esto puede pensarse a partir de un personaje como el del hermano menor de Jordán, cuya forma de vida (la del escritor) tambalea entre la profesionalización y la bohemia.
Al mismo tiempo, el calor de Diciembre no permite la posibilidad de una resolución. Por el contrario, sustentado por la cruda desolación del paisaje, resulta tan opresivo que arrastra a todos a los delirios y al terror de la fiebre. Todo el tiempo, esos estados afiebrados se confunden con la muerte, en tanto el cuerpo se vuelve, cada vez más, cadáver.
Como en los cuentos de Quiroga, los personajes emergen del territorio, pero lo modifican, ambos se determinan mutuamente. Hay una experiencia límite del ambiente en el desterrado, que lo lleva a vivir una vida intensa -definida en el límite por el peligro de muerte- que es el producto del encuentro entre ambos. La zona de frontera no sólo una frontera entre dos países, sino una frontera entre dos mundos. Es una zona que definitivamente no es urbana, pero contiene elementos que provienen de la ciudad. En esta obra, junto con los nativos, están estos personajes que provienen de un escenario urbano.
En contraste, el escenario donde les toca vivir en la selva es rústico. Por ello la escenografía, si bien sencilla, es muy significativa. Se trata de una tarima construida con maderas que se desplaza de escena en escena, o incluso en la mitad de una. El resto del espacio está vacío, o poblado apenas por un banco y una escalera con ramas que hace de árbol. La tarima, entonces, ocupa un pequeño porcentaje de la escenografía y permite ver a través suyo y hacia los costados, según donde se la ubique. También, al rotar, deja que lo que sucede arriba sea percibido desde distintos ángulos. Esta estructura enfatiza la precariedad y falta de intimidad en el ambiente de la selva, así como evidencia el artificio de la puesta teatral, que carece de intentos realistas.
Otro de los elementos que modifica la percepción de los sucesos dentro de cada escena es la musicalización, a cargo de Juan Bisso, quien toca el violín en vivo. La música aparece como leit motiv en los momentos de locura de una de las protagonistas femeninas. Estos episodios son acompañados también por un cambio de iluminación que, al acentuar las sombras y generar focos de luz, crea un efecto dramático.
Acá se ve también cómo el pasado sigue rigiendo a los personajes, que nunca consiguen dejarlo atrás del todo. Pero la región, tal como está planteada es un lugar de fracaso de la cual no hay salida o sí, pero es la muerte. Porque cuando la geografía se les impone, los conduce hacia ese último límite, definitivo.
En Los insolados, Hernán Morán vuelve sobre algunos de los temas que guían su poética; por ejemplo la recurrencia a espacios no-urbanos, alejados de la velocidad del presente e instalados en la lejanía del interior, o también la insistencia sobre personajes privados de algún sentido, dos elementos que pudieron verse también su obra anterior, Urdinarrain.

Ficha técnico artística
Autoría: Hernán Morán
Sobre textos de: Horacio Quiroga
Actuan: Marcela Arza, María Lía Bagnoli, Lola Borgia, Nacho Ciatti, Rodrigo Guzay, Marcelo Martin, Andrés Passeri, Adriana Pregliasco, Sebastián Suñe, Juan Manuel Zuluaga
Sombras: Gabriel Von Fernández
Diseño de vestuario: Gustavo Alderete, Natalia Gonzalez
Diseño de escenografía: Sebastián Roses, Mariano Sivak
Diseño de luces: Fernando Chacoma
Realización de escenografia: Sebastián Roses, Mariano Sivak
Música original: Juan Bisso
Fotografía: Federico Feliziani
Diseño gráfico: Leandro Ibarra
Entrenamiento corporal: Alfonso Barón
Asistencia de vestuario: Maia Lia Kolisnyk, Rodrigo Lico Lorente, Julieta Strehar
Asistencia de dirección: Nicolás Capeluto
Supervisión dramatúrgica: Ariel Barchilón
Puesta en escena: Hernán Morán, Maria Urtubey
Dirección: Hernán Morán, Maria Urtubey

Web: http://losinsolados.blogspot.com/
BECKETT TEATRO
Guardia Vieja 3556
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 48675185
Web: http://teatrobeckett.com/
Entrada: $ 40,00 y $ 30,00 - Sábado - 20:00 hs - Hasta el 19/11/2011

jueves, 6 de octubre de 2011

CineClub Divine presenta COSA DE HEMBRAS de John Waters


¿Estás aburridx de no saber qué hacer un viernes a la noche? ¿Estás ansiosx y no te aguantás a que se haga la hora del boliche? ¿Tenés ganas de ver algo bien guarro y no sabés dónde? CineClub Divine es tu lugar y el especial de John Waters es tu oportunidad. Después del éxito rotundo de la primera función con PINK FLAMINGOS, este viernes 7/10 a las 20.30 hs presentamos COSA DE HEMBRAS (Female Trouble), más guarra y con un doblaje al español más bizarro todavía. 
Te esperamos en La Usina Cultural del Sur (Bulnes 326, Almagro). ¡No te la podés perder! Después no digas que no te avisamos.