jueves, 23 de septiembre de 2010

True Blood, relato sureño

Puede parecer una obviedad pensar True Blood como un relato sureño, considerando que la representación del sur de Estados Unidos está en primer plano todo le tiempo en la serie. Sin embargo, el carácter "sureño" fue llevado al extremo durante la tercera temporada en un sentido literario: cada vez se asemeja más a los relatos góticos de Truman Capote, Carson McCullers y William Faulkner, entre otros escritores de la llamada literatura norteamericana del sur.
El escenario es el mismo: el sur, desolado, infinito y verde, muy verde. Los personajes también son los mismos; de la misma manera que ocurre en las novelas o en los cuentos de McCullers, en True Blood el protagonismo también recae sobre una joven blanca, ingenua y de corazón puro que encuentra el confort en los brazos de sus amigos de color, con quienes comparte la marginalidad. Por último, el conflicto, al igual que en Faulkner, también es el mismo, en tanto se trata de resolver la pregunta que recae sobre toda comunidad: ¿cómo vivir juntos?. Si bien al principio esto estaba problematizado por la presencia de los vampiros, devenidos minoría tras su salida del closet, la última temporada de la serie expandió el catálogo de parias. Al incorporar licántropos y mujeres-pantera, sumados a los metamorfos, el pueblo de Bon Temps en el que transcurre True Blood se convirtió en un espacio ténebre y amenazante, como el de Otras voces, otros ámbitos de Truman Capote, donde todos pueden ser monstruos.

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