jueves, 31 de diciembre de 2009

El oso y el cazador

Para Alejandro

Alejandro era un cazador amante de los osos. Le gustaba usar ropa de cuero y no dormía con nadie que no tuviera por lo menos veinte kilos demás y el pecho enteramente cubierto de vello. Su amor por los osos no era reciente, era más bien lo que se llama una vocación temprana: su amor provenía desde la infancia. Luego de llegar a casa de una larga jornada laboral, se acostó en la cama y cerró los ojos, esperando dormirse lo más pronto posible. Pasaron minutos, horas, pero no podía dormirse. Había algo que le faltaba.
Alejandro tendría alrededor de cuatro años cuando la mamá le regalo por primera vez un oso de peluche. Fue para su cumpleaños, y el oso era el único regalo que ansiaba. No le importaban los trenes eléctricos en miniatura, ni los rompecabezas de disney, sólo quería su oso. Días, o incluso semanas, antes del tan preciado día, Alejandro había salido a pasear un sábado por la tarde con la abuela como lo hacían de costumbre. Primero fueron a la plaza. Alejandro jugó un poco en las hamacas y en el tobogán. Luego compraron alpiste y alimentaron a las palomas, y el recorrido lo terminaron, como siempre, dando una vuelta por el centro comercial. Su abuela compró unos chocolates y le convidó el más rico de todos, el que tenía leche condensada. Alejandro le quitó el envoltorio y se lo metió en la boca, nunca había probado cosa más rica. Era incluso más delicioso que los alfajores de maicena que la mamá le regalaba después de sus largas ausencias. Nieto y abuela continuaron el paseo, y cuando estaban a punto de emprender el regreso, Alejandro divisó en medio de la vidriera de la juguetería su objeto del deseo. Allí estaba, el oso de peluche más hermoso del mundo. Tenía los ojos negros y abundante pelaje oscuro; Alejandro quedó hipnotizado. La abuela tiraba de su pequeña mano para seguir camino, pero él no se quería mover de ninguna manera, entonces ella le dijo que probablemente para su cumpleaños aquel oso sería suyo y de nadie más. Conforme, Alejandro se dejó llevar de regreso, y durante todo el camino soñó con ese oso de peluche. Soñó con todo lo que harían juntos, pero especialmente soñó con la sensación que tendría al irse a dormir abrazándolo.
El tan esperado día finalmente llegó. La noche anterior Alejandro se había ido a dormir muy ansioso, esperando a que se hicieran las doce de la noche para recibir su regalo, pero alrededor de las diez y media los ojos se le comenzaron a entrecerrar y al rato ya estaba durmiendo como un angelito. A la mañana siguiente se despertó lentamente, primero abrió un ojo y luego el otro. El cuarto todavía estaba a oscuras. Prendió la lámpara de la mesa de luz y encima de ella vio un paquete. En realidad, había unos cinco o seis paquetes, pero sólo uno se hallaba sobre la mesa y ese paquete fue el único que vio. Rompió el envoltorio en pedazos y se llenó de emoción al ver que era su oso el que lo miraba. Lo abrazó con todas sus fuerzas y se volvió a acostar con los brazos alrededor del peluche.
Eso era exactamente lo que le faltaba en esta noche insomne. Se levantó de la cama y llamó por teléfono a Raúl. El tono de voz le dio a entender que estaba durmiendo, pero de todos modos se mostró gustoso de escucharlo. A los pocos minutos ya estaba camino a su casa, y no fue hasta que se acostó con él, dándole la espalda y rodeándose con su brazo, que pudo dormirse como un angelito.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Ghost World de Daniel Clowes




















Éramos tan jóvenes. Mi propia Rebecca y yo hacíamos lo mismo (es decir, lo seguimos haciendo). A pesar de haber seguido adelante (pasamos de la secundaria a la universidad, aunque no fue un proceso falto de traspieses), aún hoy seguimos riéndonos de parejas satanistas, viejos patéticos en la televisión y de aquellos jóvenes cool. Te quiero.





Like a velvet glove cast in iron




















Si David Lynch se dedicara a escribir comics, probablemente saldría algo parecido a Like a velvet glove cast in iron (Como un guante de seda forjado en hierro) de Daniel Clowes. El imaginario es parecido: pura fragmentación, un viaje por los límites del mundo (o de EEUU que es lo mismo) repleto de sujetos que están más allá de la monstruosidad.

sábado, 26 de diciembre de 2009

¿Cómo vivir juntos?




















Los vampiros, incorporados a la sociedad sureña de EEUU, devienen minoría; el problema vuelve a ser el mismo de siempre: cómo vivir juntos.