lunes, 19 de julio de 2010

El amor es destructivo


Amor de Fedra (de Sarah Kane)
Dirigida por Mariano Stolkiner
Viernes 21.30
El Extranjero (Valentín Gómez 3380)




Amor de Fedra es la única obra de Sarah Kane (Essex, 1971) que quedaba por estrenarse en el circuito teatral porteño. Nuevamente quien se hizo cargo del desafío fue Mariano Stolkiner (Buenos Aires, 1973), que ya había experimentado con el teatro de esta autora cuando dirigió Cleansed en 2007 y 2008.
El objeto de las obras de Sarah Kane es el amor descarnado, en crudo, expuesto en todo su patetismo (Crave), desesperación (Cleansed) y, principalmente, en su soledad (4.48 Psychosis). Sin embargo, esa pasión descontrolada siempre encuentra resistencia en el tiempo que se acaba o que nunca termina y que, como fue enunciado en el film Irreversible (Gaspar Noe, 2002), lo destruye todo. Amor de Fedra no es la excepción, aún más tratándose de una relectura de una tragedia clásica.
A diferencia de la mayoría de las versiones de la obra de Séneca, en este caso quien está en el centro es Hipólito (Pablo Cura), del lado del nihilismo, opuesto a Fedra (Mónica Driollet), presa de un arrebato de amor desesperado y morboso que la conduce al suicidio. A partir de esta muerte, Hipólito deviene Mersault (protagonista de El extranjero de Albert Camus) y, tras ser acusado desde el más allá de haber violado a su propia madrastra, es juzgado por la sociedad hipócrita.
En este derrotero por una criminalidad que no le corresponde, pero tampoco le importa, se enfrenta primero con la iglesia, que acaba de rodillas ante él y luego con la turba, que lo convierte en el chivo expiatorio de aquello que hoy en día nos preocupa tanto a todos los argentinos como la “inseguridad”. La puesta de Mariano Stolkiner hace ganar mucho a la obra en este último aspecto, exacerbando el amarillismo en el uso del video como medio masivo de comunicación y dispositivo de la literalidad de la violencia a la que la televisión nos tiene condenados.
Amor de Fedra es una obra incómoda, como la realidad misma, que viene a despertarnos de la ensoñación, a mostrarnos las contradicciones de las que estamos presos. No obstante, antes de irnos, nos despide deseándonos que tengamos un buen día.


FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Autoría: Sarah Kane
Versión: Mariano Stolkiner
Traducción: Pablo Rey
Actúan: Pablo Cura, Mónica Driollet, Alejo Mango, Flavia Sinsky
Actuación en video: Guillermo Aragones, Miguel Christophersen, Graciela Cravino, Mario Petrosini, Mariano Tenconi Blanco, Valeria Vogt
Vestuario: Mercedes del Campo
Maquillaje: Agata Sara Ini
Diseño de escenografía: Mariano Stolkiner
Diseño de espacio: Matías Mango
Diseño de luces: Julio López
Realización de escenografía: Rodrigo Mujico, Eduardo Spindola, Mariano Stolkiner
Realización de video: Marcos Pastor, Mariano Stolkiner
Sonido: Lucía Palachi
Efectos especiales: Mauro Carrizo
Fotografía: Carolina Bonfil, Guido Piotrkowski
Diseño gráfico: Luciana Waisberg
Asistencia de dirección: Rodrigo Mujico
Prensa: Daniel Franco, Paula Simkin
Producción ejecutiva: Bárbara Rapoport
Dirección: Mariano Stolkiner

EL EXTRANJERO
Valentín Gómez 3380
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 3980-1147
Entrada: $ 35,00 y $ 20,00 - Viernes - 21:30 hs - Del 23/07/2010 al 03/09/2010

sábado, 3 de julio de 2010

La comunidad




















Aveces hace bien volver a ver películas que en su momento fueron mal leídas. Hay algo de justicia involuntaria en esto y The Village (Night Shyamalan, 2004) es un filme que requiere de un acto como éste.
Hay que partir de un problema base de toda la filmografía de Night Shyamalan, y es que siempre se le pide que vuelva a hacer The Sixth Sense (1999). ¿Para qué? Ya existe la pelicula original, ¿por qué no gozar de todo lo demás que este director tiene para ofrecernos? The Village no fue la excepción y, aún más, contó con el punto en contra de que fue comercializada como si se tratara de una pelicula de terror, algo similar a lo que sucedió con Twin Peaks: Fire Walk With Me (David Lynch, 1992).
Una vez superado el desengaño, es posible comenzar a percibir el matiz del proyecto de Night Shyamalan con esta película. Del mismo modo que la literatura, el cine también es un arte que se caracteriza por plantear preguntas, y en este caso la cuestión que resuena una y otra vez es: ¿Cómo vivir juntos? La anécdota, hacia el final de la película, puede resumirse asi: un grupo de adultos decide escapar del espacio estriado de la ciudad para encerrarse en el espacio liso de una aldea decimonónica, con el fin de arrancarse de la locura del capitalismo. Sin embargo, esta decisión pasa únicamente por el grupo de los mayores, quedando el resto de los habitantes sujetos a su conducción y presos de un imaginario que les es impuesto para no salir. La aldea, de este modo, se vuelve a estriar y el poder vuelve a ser ejercido a través del miedo, como en todo régimen capitalista.
Al final de la pelicula, nos queda una pregunta: ¿Es posible otra forma de vida?