lunes, 20 de diciembre de 2010

Los hombres de mi vida



El preferido
Edgar De Santo
Edición del autor
2010







“Mucha gente me ha tocado en el camino hasta este escenario esta noche. ¿Cómo puedo decir quién me tocó más? ¿Mi padre, el soldado americano? ¿Pudo haber sido mi madre?” se pregunta Hedwig, la protagonista de la película Hedwig And The Angry Inch (John Cameron Mitchell, 2001) al momento de recapitular su vida. Lo mismo podría preguntarse Patricio, el protagonista de El preferido, hacia el final del recorrido que traza su relato. Son muchísimos los hombres que lo tocan a lo largo de la novela desde su infancia, partiendo del verdulero: “Estaba con la cadera y la camisa grafa demasiado abierta para ver un pecho enorme como una pista de aterrizaje y su voz velluda”, “Nos tiramos en el colchón y me besaba, no me ponía la boca y la lengua, me besaba” y el carnicero: “Tenía una lengua gorda. Me llenaba tanto que no podía respirar”; hasta sus propios familiares: “Estás con el tío, no hay problema”; pasando por un linyera y sus amigos. Y es que, como dice el tío, “ese culo está pidiendo” y nadie puede resistirse a ese niño que está en plena pubertad. 

LA SUCIA LECCIÓN DEL CORAZÓN

De la misma manera que El corazón es engañoso por sobre todas las cosas, la novela de J. T. Leroy (y la película homónima dirigida por Asia Argento), El preferido es una novela sobre las trampas de la inocencia. Patricio, a pesar de su infancia, está abandonado a su propia suerte; deambula por la periferia de La Plata y pasa de mano en mano recibiendo en su propio cuerpo las lecciones de la vida. Ni siquiera su propia familia funciona como espacio de contención; por el contrario, ellos son los primeros en abusar de él, especialmente su padre: “Me puse encima y me metió la lengua en la boca”, “me tiré boca abajo y terminó lo suyo” y su hermano: “Dale nene, dale, que hace rato que no al pongo, cómo te gusta, maricón”. La única posibilidad que tiene Patricio para salir de ese círculo vicioso es fugarse del hogar y dejar atrás el suburbio; la familia se convierte entonces en la última parada de su primer recorrido: “Nunca más supe de ellos. Faltaba un mes para mis catorce años”. 

NOVELA DE APRENDIZAJE 

Conforme avanza la narración, El preferido se inserta dentro de la tradición que los alemanes llamaron bildungsroman, término que puede ser traducido como “novela de aprendizaje” o “novela de formación”. En principio, la educación que recibe es de carácter sexual: “Cuando le salió la leche me la tragué sin saber si me había meado la boca o qué. Cuando le pregunté me dijo que era la semilla de los varones, que la guardara así me hacía más hombre”. A partir de ese momento Patricio queda sumergido en un constante devenir, primero hombre: “Yo ya me la había tragado y la verdad es que me sentía más hombre”; luego puta: “cuando se les cae la billetera me quedo con algunos pesos”; y por último Lolita: “Me empezó a decir Lolito. Yo me dejé y aprendí mucho”.

VIAJE

Como en el caso de Karl Rossman en Amérika de Kafka, otra novela de aprendizaje, la experiencia formadora de Patricio también viene aparejada con el viaje. Sus desplazamientos son constantes ya desde su infancia en el suburbio platense y, como en la novela de Kafka, aceleran la narración; especialmente en las instancias en las que el viaje marca un quiebre. Ejemplo de esto es el viaje que hace del hogar familiar al centro de La Plata, que coincide con la apropiación que hace de su propio cuerpo para prostituirse. Patricio percibe el cambio que se produce a partir de este traslado en términos cualitativos; a diferencia de lo que ocurría en su pueblo natal, en el centro todo es lindo, especialmente los hombres: “No se parecía a ningún tipo que yo conociera. Era fino, tenía lindo olor, linda ropa, lindo auto y finalmente, lindo departamento”. Una vez que toma la distancia necesaria de su infancia, empieza a percibir lo siniestra que era: “El Bosco parece que conoció a mi viejo, al tío Dani, a mi tía y a mi vieja”.

LA FAMILIA DEL FUTURO

Ante un mundo hispersexualizado, donde todos buscan un pedazo de él, y una historia que se va oscureciendo más con la perspectiva que va ganando, Patricio opta por refugiarse en aquello de lo que siempre careció: la familia. Para ello forma una alianza de tres con sus amigos Sara y Manuel: “Quería vivir con ellos dos. Los tres juntos. Sin matrimonio, sin patrimonio. Otra asociación posible”. En este punto El preferido entra en sintonía con la reciente ley de matrimonio igualitario y propone otra unión posible, otra familia, la familia del futuro. De la misma manera que ocurre en la novela Una casa al fin del mundo de Michael Cunningham, Patricio funda este hogar en torno al nacimiento de la hija de Sara: “Les proponía vender mis dos departamentos y comprar una casa para que podamos vivir los cuatro, la nena también. Que la nena sea de los tres”.

GENEALOGÍA

El preferido es una novela en verso y eso no es un dato menor. Sin embargo, no se trata de una novela poética, se la puede ubicar más bien cerca de lo que Osvaldo Lamborghini llamaba “prosa cortada”. Esto es así en la medida en que la versificación y la prosificación son procesos reversibles, como ocurre en Sebregondi retrocede, de Lamborghini. Por otro lado, dentro de la tradición de la literatura argentina, El preferido es una novela que puede ser ubicada dentro de la línea que siguen autores como Pablo Pérez en El mendigo chupapijas o Alejandro López en La asesina de Lady Di y Keres cojer? Los tres manejan un registro lingüístico coloquial y llevan el relato de la experiencia homosexual al límite.

Blog de El Preferido: http://elpreferidonovela.blogspot.com/

martes, 14 de diciembre de 2010

A través del espejo

 


Osos
Diego Vecchio
Beatriz Viterbo
2010





Para El Interpretador

LO MARAVILLOSO

Osos es un cuento de hadas hecho novela. Con este libro, Diego Vecchio recupera de manera actualizada la antigua tradición del relato maravilloso, del mismo modo que lo hicieron el film El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2002) o la novela gráfica Coraline (Neil Gaiman, 2002) y su posterior adaptación cinematográfica (Henry Selick, 2009). Del sistema clasificatorio propuesto por Tzvetan Todorov en su célebre Introducción a la literatura fantástica, la categoría que mejor funciona en este caso es la de “lo fantástico-maravilloso”, la cual corresponde a “la clase de relatos que se presentan como fantásticos y que terminan con la aceptación de lo sobrenatural”. Si bien al principio de Osos se puede percibir el uso de un registro realista, éste se ve inmediatamente quebrado. Indicio de este rompimiento es la desaparición de Oklahoma, el oso de Vladimir (el niño protagonista del relato): “Lo que ocurrió con aquel objeto fue un misterio que nunca logró elucidar”. De esta forma lo fantástico ingresa al relato, junto con la vacilación que genera ante la certeza o no de los hechos. Sin embargo, esta duda queda atrás rápidamente con el paso a lo maravilloso a partir del momento en que Otto, el oso de reemplazo que compra la madre a Vladimir, cobra vida y lo transporta al mundo sobrenatural: “Le hubiera gustado despertarse y decirse que todo había sido una mera pesadilla. Pero sabía perfectamente que no. Aquello que estaba viviendo, y que para colmo de males no podía dejar de vivir, no era un producto del sueño sino por el contrario de la falta de sueño. Sabía perfectamente que era imposible despertar”. Por otro lado, hay algo en el diálogo del niño con su juguete que recrea el origen de los relatos maravillosos: la tradición oral. Las historias que se cuentan para dormir no son nunca exclusivas de uno de ellos, sino más bien construcciones colectivas en las que cada uno aporta lo suyo.

CAPITALISMO Y ESQUIZOFRENIA

Estrella Gutiérrez, la madre de Vladimir, cae víctima del capitalismo en el momento en que su hijo comienza a padecer de insomnio. Ante este problema se dirige inmediatamente a la juguetería en busca de la solución, que se le presenta en forma de un oso de peluche. El juguete está presentado en este espacio como la herramienta perfecta y necesaria para la correcta crianza del niño, mientras oculta, a la vez, las contradicciones del mundo real: “¿Acaso la misión del juguete no es ésta: darle a nuestros niños una felicidad sin fallas?”. La oferta resulta efectiva en la medida en que le genera una urgencia por comprar que se ve respaldada por la interminable hilera de padres que se encuentran en su misma situación: “¡Pronto! Tal vez en este mismo instante, una madre está comprando el último oso de peluche Sueño feliz que nos queda (…) ¡No pierda más tiempo!”. De todos modos Estrella no encuentra lo que busca, pero sí se topa con el canasto de las ofertas, que la apresa inmediatamente, generando en ella nuevamente un vacío que antes no se encontraba allí: “Le resultó imposible refrenar el impulso de mirar. Siempre la pasaba lo mismo en la época de saldos. Aunque no tuviera nada que comprar, entraba en los bazares”. El problema de Vladimir (que en realidad es el problema de la madre) es su falta de sueño y esto es un conflicto generalizado en la novela, tan así que hasta el programa de televisión que mira Vladimir lo refiere: “En virtud del decreto N° 3987 por el cual los padres nos cedieron todos los derechos sobre el sueño de sus hijos, nos ocupamos de los niños que se portan mal y que no quieren irse a la cama. A propósito, ¿qué hacés levantado a esta hora?”. La insistencia sobre la necesidad de que los chicos duerman hace pensar en la función del sueño que, como la del tiempo, no es otra que marcar el ritmo del trabajo, obturando el espacio para el esparcimiento y la imaginación. Dormir de manera no regular no significó un problema hasta la contemporaneidad; después de todo, “el insomnio es una invención de nuestra época”.

AMA DE CASA DESESPERADA

Víctima de los medios y de un ataque de compras, Estrella Gutiérrez representa una figura de la madre inusual. Al contrario de aquellos relatos en los que la madre resulta idealizada hasta la exasperación, Estrella se nos muestra humanizada, más cerca de su condición de mujer, con sus debilidades a la vista. Desde su incapacidad para estar en todo lo que sucede en su hogar: “Aún no había comenzado a cocinar. Y, para colmo de males, se dio cuenta de que se había olvidado de hacer las compras”, hasta su agotamiento: “Cuando a una madre se le acaban las reservas de madrenalina, todos los resortes parecen rotos y toda la energía que mantiene al cuerpo en movimiento aniquilada”. Hay en ella algo de ama de casa desesperada y esto se ve reforzado por la soledad con que lleva a cabo su rol de sostén del hogar y de la familia.

INFANCIA

De la misma manera que en Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll y Peter Pan de James Barrie, puede leerse en Osos una confrontación entre el imaginario infantil y el de los adultos. A diferencia de este último, nulo por definición, el primero se encuentra potenciado todo el tiempo. Esto puede verse claramente en los juegos de niños, que representan el espacio de lo imaginario por antonomasia: “Te digo que es pimienta. Acabo de inventar un nuevo idioma, que comenzó a existir hace un minuto y dejará de existir dentro de un minuto. A lo que vos llamás sal, en mi idioma se dice pimienta. A ver si entendiste”. Sin embargo, el potencial imaginario se encuentra restringido por la presencia del adulto y esto puede verse en la percepción que tiene Estrella del juego de sus hijos: “Descubrió a Vladimir subido sobre la mesita ratona, blandiendo una regla, con una goma incrustada en la órbita ocular a la manera de un monóculo y a la manera de un sombrero, el cenicero de vidrio murano que le habían regalado para su casamiento”. Debido a su falta de imaginación, la madre queda fuera del juego y no consigue ver que las cosas han cambiado de valor y que eso ya no es un cenicero, sino un sombrero.

POR LA MADRIGUERA

A partir de la separación entre el mundo de los adultos y el de los niños, Osos permite ver lo que ocurre a puerta cerrada en cada uno de ellos, como en las ilustraciones de Chris Van Allsburg. Por un lado, Estrella Gutiérrez deja de ser una figura idealizada y recupera su dimensión más humana, inmersa en un mundo voraz y aplastante. Por el otro, Vladimir refuerza su imaginario y, una vez que su madre se queda dormida (como la hermana de Alicia y como todos los adultos), cae por la madriguera e ingresa a su propio país de las maravillas de la mano de Otto, el oso que compra su madre para lograr que se duerma. La brecha que se abre entre los dos mundos no se cierra en ningún momento y, al igual que en la mayoría de este tipo de relatos, la experiencia no puede ser compartida, algo que se le estipula a Vladimir ya desde antes de regresar: “Te voy a plantear una pregunta. Si tu respuesta es correcta, te dejo volver a tu casa, a condición de que no cuentes nada de lo que has visto”.

UN CUENTO DE OSOS

Hay una dimensión alegórica en Osos que tiene que ver con una acepción alternativa del término “oso”, aquella que refiere al hombre grande y peludo. Otto, en una de las fábulas que le narra a Vladimir, hace las referencias más directas a esto: “se produjo entre aquel humano y aquel animal algo verdaderamente increíble, inefable, irrepetible, irrefrenable, envidiable, deleitable y arrebatador, que cambiaría para siempre el rumbo de sus vidas” o “su padre intentó reconfortarlo, prometiéndole que irían a ver al osezno a su madriguera y que podría dormir con él, cuantas veces quisiera”. Vladimir, en su debilidad por estos juguetes y en su nostalgia por Oklahoma (ese oso que lo abandonó) puede ser visto como un cazador en potencia. Por último, hay otra referencia a la cultura gay en Osos que cobra aún más importancia en el contexto de los últimos acontecimientos: “La ciudad de Buenos Aires acababa de aprobar el matrimonio entre ranas. Confesó que ya estaba harta de ser una rana soltera. Desde hacía tiempo no veía la hora de ser una rana casada. Vivirían bajo un mismo texto, compartiendo tareas domésticas y pago de facturas. Adoptarían dos hermosos renacuajos. Y lo mejor de todo: trabajarían juntas en un mismo programa”.

martes, 7 de diciembre de 2010

Los niños terribles



Linaje 
Gabriela Bejerman 
Mansalva 
2009






 Linaje de Gabriela Bejerman, como Los niños terribles de Jean Cocteau, narra la historia de dos hermanos, Irene y Pier Rubinov, que encuentran un refugio del mundo exterior en el propio universo que ellos mismos crean. En este otro lugar que habitan y acaba convirtiéndose en espacio de encierro, los padres quedan siempre afuera, no participan: “los padres dormían, como un televisor que se apaga después de mucho tiempo prendido”. Sin embargo, siempre hay espacio para la juventud en plena efervescencia sexual, como Púrpura: “se había refugiado en esa otra familia donde el amor no era un don sino un linaje” o Víctor: “Entre todos transformaban a Víctor en un participante más del juego que era ser cuatro”. El refugio primero es simbólico, pero eventualmente se hace realidad en el momento en que se trasladan a la casa de San Fernando que heredan de la abuela Fanny. Una vez allí, la fantasía (el jugar a la familia) se cumple: “Pier pasaba el día afuera. Ellas bailaban, practicaban idiomas conversando como amigas, cocinaban juntas. Trabajaban de noche en un boliche del centro y de día dormían”. La vocación de los personajes es evadirse y eso es llevado al extremo cuando ya no queda lugar ni siquiera para los terceros: “Algo los protegía del pasado, de todo lo que no fuera un reducto neutral donde hermanarse”.

JUEGOS SEXUALES

En la novela de Bejerman todo está teñido de sexo. Si bien se la puede pensar como una novela erótica, como anuncia Roberto Echavarren en la contratapa del libro, hay también un trabajo sobre lo más folletinesco de esta tradición: el discurso porno soft de las películas eróticas de trasnoche, los diálogos telefónicos de los cero seiscientos, etc.
El sexo está puesto en primer plano en tanto la relación primaria de la novela es la de Irene y su hermano Pier, que sostienen un romance incestuoso en perpetua tensión. En un principio esto se limita a algo del orden de la mirada, cuando Pier la espía mientras tiene relaciones con otro chico: “En la penumbra, Pier distinguía la desnudez de ella más que la de él”. Irene no sólo lo ve, sino que está plenamente consciente de su presencia y lo hace partícipe de manera tácita de su placer: “Cuando entró, sola, esa sonrisa satisfecha le pareció a Pier dedicada a su pudor, a su miedo, a su mal fingida sombra detrás de la ventana”. Conforme avanza la novela, el contacto va siendo cada vez más cercano: “Tocaba el pelo de su hermana admirándolo como un tesoro que siempre sería suyo”.
La relación entre los hermanos Rubinov es asimilable a la de Kathryn Merteuil (Sarah Michelle Gellar) y Sebastian Valmont (Ryan Philippe) en Cruel Intentions (Roger Kumble, 1999). Al igual que ellos, la promesa del encuentro sexual incestuoso está en permanente latencia; mientras tanto, convierten a los demás en objetos de sus juegos sexuales: “Hay prendas y si perdés, tenés que sacarte las prendas”.

ENNUI

Los personajes de Linaje están en un constante estado de somnolencia, ya sea por la resolana veraniega o, simplemente, por aburrimiento. La novela se abre con Pier despertándose: “Algo abrupto como un ruido lo despertó”, y esa secuencia se repite una y otra vez. Este adormecimiento parece corresponder al humor de la clase alta, a la que pertenece la familia Rubinov.
Pier e Irene se aburren hasta en el boliche: “Habían dado más de veinte vueltas a la fiesta, ya habían caminado sinuosamente uno tras otro entre la gente, mostrando su belleza de similar simiente, altura y garbo, habían bailado los temazos que el dj ponía para entrar en los oídos crédulos mientras la luz de los espejos redondeaba la pista”. Las horas nunca parecen pasar y la única manera de poner una solución a este problema, al menos de manera temporal, es haciendo uso de alcohol: “El tiempo era una repetición tediosa que los tragos volvían digerible” o drogas: “los tres inhalaban el nuevo aire de su propia fiesta”.
La búsqueda por un otro lugar en donde jugar a la casita con los terceros que hacen ingresar a la relación corresponde también con este afán por escapar del tedio: “Buscaban un espacio donde lo temporario se esfumara en una sedosa permanencia de tiempo completo, pero absolutamente excitante”. Sin embargo, eventualmente se dan cuenta de que no hay espacio para nadie más y que el aburrimiento es algo que sólo pueden experimentar de a dos: “Pier e Irene sufrían, cada uno a su modo, lo que habían elegido. Su triste amor los hermanaba”.

UMBRAL

Linaje puede ponerse en serie con otras novelas argentinas sobre la crisis del 2001, como Rabia de Sergio Bizzio por ejemplo. En ambos casos la trama se desarrolla primero en una línea que poco tiene que ver con la hecatombe política, social y económica, hasta que en un momento el fenómeno converge con los personajes y los sacude, alterando sus destinos de manera permanente. No obstante, esto no resulta del todo sorpresivo en la medida en que Gabriela Bejerman va sembrado indicios del porvenir de la revuelta, en la inseguridad de Pier en cuanto a los negocios por ejemplo, o también en lo excesivo de la actitud de la mayoría de los personajes. Y es que criaturas como los hermanos Rubinov solamente pudieron ocurrir en la experiencia menemista de los 90.  


jueves, 2 de diciembre de 2010

Mi vida es un telefilm

 

Miss Tacuarembó
Dani Umpi
Ediciones Dani
2010







CAMP
Muchas mentiras cuentan sobre mi,
porque mi vida es un telefilm
LA PROHIBIDA
“Desnuda o vestida”

En su ensayo “Notas sobre lo Camp” (incluido en Contra la interpretación) Susan Sontag define el camp como “una manera de mirar el mundo como fenómeno estético” y de vivir “la vida como teatro”. Miss Tacuarembó, de Dani Umpi, es claramente una novela campy. Natalia, la protagonista y narradora, experimenta el mundo como un programa de televisión (no importa la índole), en el que al ponerse nerviosa habla “como una robot, como Cher en ‘Believe’” y se siente “en una película de terror” donde su aspecto “debe ser muy similar al de PJ Harvey en algún clip”. En este modo de narrar la experiencia, el “como si” se convierte en el procedimiento principal para dar cuenta de los hechos: “me miran como personajes de Stephen King”, “[m]e siento como en un capítulo repetido de una serial intrascendente”, “comienzo a vagar por entre la gente como una hermosa modelo anoréxica que debe actuar en un patético clip de Enrique Iglesias para poder comer”, etc.

MI MUNDO PRIVADO
Get out of that state,
get out of that state you're in.
You better beware.
You're living in your own Private Idaho.
B 52’S
“Private Idaho”

El problema de experimentar el mundo de esa manera es que Natalia y Carlos, su mejor amigo, están atrapados en Tacuarembó, lejos del espacio de la experiencia por antonomasia que es la ciudad, es decir Montevideo. Ambos resisten como pueden, a medida que van siendo estigmatizados: ella como “la miss” y el como la marica de la localidad. De este modo, la consigna hacia el final del relato de infancia es la de huir: “Carlos, tenemos que irnos de este pueblo”. Sin embargo, a pesar del traslado, Natalia y Carlos siguen siendo misfits en ese otro mundo, donde los malestares cotidianos de la niñez retornan como lo siniestro, tanto la madre alérgica a su propia hija como las dos gemelas salidas de “El Resplandor” (Stanley Kubrick, 1980).

GOD IS IN THE TV
Build a new god to medicate and to ape
Sell us ersatz dressed up and real fake
MARILYN MANSON
“Rock is dead”

El gran refugio que Natalia y Carlos encuentran en Tacuarembó es el de la iglesia y a los pies de Cristo. No obstante, el gesto de la novela no es religioso; aquel al que los dos protagonistas adoran es un Cristo pasado por la televisión: “Cristo estaba a mi lado, de mi lado, como un televisor color” y lo que se espera de él es lo mismo que se espera de un superhéroe o de una superestrella. Nuevamente el gesto es el de la experiencia camp, en la que, según Susan Sontag, “[e]s posible ser serio respecto de lo frívolo y frívolo respecto de lo serio”. Es así como, a diferencia de su madre, “cuya verdadera vocación era ser monja y vivir en función de Cristo”, Natalia sostiene una relación inversa en la que Cristo vive en función de ella. Sin embargo, tras no obtener los resultados deseados, despierta de la ilusión y rompe, literalmente, su relación con quien había sido su salvador: “Lo descolgué de un sopapo impulsivo y el yeso se desintegró como harina sobre las baldosas negras, como si estuviera deseando romperse. El rostro suplicante de Cristo se volvió polvo en menos de un segundo”.

¡QUE VIVAN LOS 90!

Miss Tacuarembó es una novela de los noventa. No porque haya sido escrita durante esa década, ya que la primera edición es del 2004, sino porque el grueso de lo que se cuenta en ella es la experiencia de los noventa: MTV, las telenovelas latinoamericanas de la tarde, etc. Sin embargo, el punto de partida es la década del ochenta en la que crecen los protagonistas y la progresión temporal está marcada por la evolución de las tecnologías: “El video me pareció un invento sensacional, que superaba ampliamente al cine” y por los cambios en la grilla televisiva: se va de Vanessa a Resistiré, pasando por Cristal y La usurpadora. De este modo también se van narrando cómo las cosas se van pasando, ya sean las tribus urbanas: “ser grunge a esta altura del siglo es la idea más idiota que se le puede ocurrir a una persona, y sin embargo siguen existiendo” o la moda: “Me siento como esas chicas que se compraron ropa muy moderna a comienzos de los noventa y ahora no tienen más remedio para seguir usándola, en pleno retro”. Como afirma Susan Sontag, “la relación del gusto camp con el pasado es extremadamente sentimental” y Miss Tacuarembó entabla un vínculo estrecho con esa época dorada en la que todo era posible e imaginable.

CONTINUIDADES

La novela de Dani Umpi se inserta en una tradición que comenzó con Manuel Puig y que fue actualizándose con el correr de los años en sus diferentes vertientes disciplinares. En relación con Puig, se puede pensar Miss Tacuarembó como una suerte de reescritura de La traición de Rita Hayworth con un ligero cambio de escenario. También se puede pensar un parentesco entre los personajes de Dani Umpi con los de Alejandro López en una novela como La asesina de Lady Di, en donde la protagonista también se encuentra presa del imaginario propuesto por los medios masivos de comunicación. Por otro lado, la condición de outsiders de Natalia y Carlos en Tacuarembó es al mismo tiempo similar a la de los personajes de Carson McCullers y Truman Capote, entre otros escritores norteamericanos del sur. Por último, la capacidad que tiene Dani Umpi para saber lo que siente la mujer es análoga a la de Marc Cherry (creador de Desperate Housewives), Darren Star (creador de Sex and the City) o Almodóvar: lo femenino en todos estos casos es tan femenino que se vuelve gay, travesti.